El presente artículo es Copyleft, puede ser reproducido libremente,
siempre y cuando se respete el contenido del mismo. Las personas que deseen el
artículo enviado como adjunto para ver mejor los gráficos, lo pueden solicitar
sin inconvenientes.
El
problema de la vivienda en Venezuela y los intentos del Gobierno Bolivariano
para solucionarlo.
Roberto Armando Ramírez
@RamirezRobertoA
@RamirezRobertoA
roberto.ramirez.ucv@gmail.com
Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO).
En Venezuela, al igual que el resto de Latinoamérica, el problema de la
vivienda padecido por los más desposeídos tiene como principal consecuencia la
formación anárquica de asentamientos irregulares en las afueras de las
principales ciudades; estos son conocidos popularmente a lo largo del
continente como barrios, ranchos, comunas, villas, favelas, tomas e invasiones.
Cuando llegamos a observar estos asentamientos desde las ciudades, es
generalmente cuando las instituciones gubernamentales reaccionan, de formas
diversas pero con motivaciones similares, para dar solución al problema.
Gran parte de esta investigación surge de la siguiente pregunta:
¿Cuál es el problema que desean solucionar nuestros gobiernos, el
problema de la miseria en la sociedad y uno de sus síntomas en la vivienda, o
el problema de los asentamientos irregulares y su impacto en las urbes?
Para responder, hemos de aclarar algunas nociones, las más importantes:
la vivienda y el hábitat.
Vivienda es cualquier estructura, natural o artificial, que ofrezca refugio y
habitación a las personas con el fin de garantizar protección frente a los
elementos de la naturaleza y sus amenazas. La necesidad de vivienda es tan
antigua como los mismos inicios de la especie humana, sin ella, el hombre
entendió que estaba a merced del clima, los depredadores y otros peligros.
Conforme a la consolidación del hombre en un ser social, las viviendas primitivas
que satisfacían sus necesidades materiales fueron insuficientes frente a las
nuevas necesidades de índole social. Es por ello, que surgieron los
asentamientos de personas que contaban no solo con viviendas sino también con estructuras
y edificaciones de uso social. Ejemplo de estos asentamientos son las tribus,
los feudos y, en la actualidad, las ciudades.
El espacio físico que permite la satisfacción global de necesidades de un
ser vivo se define como hábitat, y para
el hombre en sociedad de hoy, la ciudad
es su hábitat predilecto. Es por ello que, en palabras de David
Harvey, la ciudad es un derecho.
El
problema de la vivienda de la clase obrera.
El problema de la vivienda se manifiesta cuando observamos a grupos de
personas que se ven obligados a ocupar viviendas que no alcanzan los mínimos de
calidad requeridos para satisfacer sus necesidades materiales y sociales, despojados
de su derecho a vivir en un hábitat digno. Esta
injusticia se mantiene desde la primera sociedad dividida en clases, ya que siempre ha
existido la miseria frente a los privilegios, y eso abarca todas las aristas de
la vida material del hombre, incluyendo la vivienda y el hábitat.
En tiempos del feudalismo, los siervos no eran considerados personas con
derechos, sino más bien propiedades inmuebles atadas a la tierra que trabajaban.
Éstos no podían abandonar el feudo sin consentimiento del Señor Feudal, y así
como hoy en día vendemos rebaños de animales en los fundos, a los siervos se
les podía vender junto con la tierra. Tenían, además, que pagar por la tierra
que cultivaban y servir gratis al Señor. Su vida era muy dura y eran usualmente
quienes se veían acosados por el hambre y la peste. Todo ello causado por sus
condiciones materiales de vida, dentro de lo que vale mencionar, sus viviendas amontonadas
de materiales precarios, frecuentemente con hacinamiento de familias, animales
y enfermedades.
Muy bien lo resalta Friedrich Engels en el
prólogo de Contribución al Problema de la
Vivienda de 1872:
“Esta penuria de la vivienda
no es peculiar del momento presente; ni siquiera es una de las miserias propias
del proletariado moderno a diferencia de todas las clases oprimidas del pasado;
por el contrario, ha afectado de una manera casi igual a todas las clases
oprimidas de todos los tiempos”.
¿Qué es una vivienda digna?
Entendiendo que para
encontrar como satisfacer a plenitud las necesidades materiales y sociales de
la humanidad en este aspecto, no basta con estudiar la vivienda de forma
aislada, sino que debe ser observada dentro del hábitat; una vivienda digna debe contar con dos características:
Ubicación en una ciudad. Siendo el hábitat por excelencia del hombre, solo
en las ciudades se puede materializar lo realmente urbano a través del acceso
efectivo de los espacios de uso público en los que se desarrollan las
actividades que complementan a las de habitación y trabajo, como son todas
aquellas que ofrecen bienestar social y sentido de comunidad. Además, la
industria y el comercio tienen su lugar en las ciudades, y son precisamente la
principal fuente de empleo en la sociedad actual.
Adecuada
para la familia. Una vivienda digna debe adecuarse al
tamaño de la familia, no la familia adecuarse al tamaño de la vivienda. El
hacinamiento ha sido una constante histórica de precariedad, presente en el
Manchester de 1850 descrito por Friedrich Engels en “Contribución al Problema
de la Vivienda”, donde en un edificio de cuatro pisos vivían cientos de
familias con una sola letrina; y presente hoy en cualquier barrio de Latinoamérica, donde en cerros ocupados por las capas más
sumergidas en la miseria, habitan miles de familias en viviendas de
mampostería, amontonadas unas sobre otras, sin acceso a los mínimos servicios
de agua o electricidad (ni hablar de salud o educación), rompiendo totalmente
con el hábitat humano, pero propiciando el hábitat ideal de enfermedades,
epidemias, y males sociales.
El problema de
la vivienda existe cuando no concurren estas dos características, y lo vemos en la actualidad cuando en las áreas rurales y menos pobladas
escasean los servicios públicos de toda índole, como el agua o la electricidad,
pero también la educación, la salud, la cultura y el deporte; así como fuentes
de empleo formal, estable y productivo. De igual forma, es evidente en
las ciudades con mayor densidad poblacional, cuando abundan los servicios
públicos y el empleo, pero escasean las viviendas adecuadas para las familias
de clase trabajadora.
El
caso venezolano.
Por la
centralización de las pocas industrias y los principales centros de comercio en
la región costa-montaña; las personas de las zonas rurales se ven obligadas a
migrar hasta las ciudades, quienes buscando una mejor calidad de vida, se
encuentran con urbes no planificadas, con un mercado inmobiliario de viviendas
inaccesible para ellos y sin una industria o agroindustria en donde trabajar
productivamente. Estas personas, por su difícil condición, están condenadas a
la miseria.
La dinámica de
la economía venezolana alrededor de la apropiación de la renta petrolera dificulta el desarrollo de las fuerzas productivas, salvo aquellas vinculadas
con su extracción. En cambio, potencia el comercio altamente especulativo
basado en la importación; y para los menos afortunados, el empleo informal y
precario. Lo que resulta en un ejército nacional de obreros desempleados, que
viven precariamente en asentamientos de viviendas irregulares adyacentes a las
grandes ciudades, y que para sobrevivir recurren a la buhonería, y demás ramas
del empleo informal, y en muchos casos a actividades económicas delictivas y
precarias.
La
solución.
No es posible dar solución al problema de la vivienda
de forma aislada, pretender limitarse a la simple construcción masiva de
viviendas, sin tomar en cuenta ningún otro aspecto, evidenciaría un enfoque superficial
a un problema que es estructural.
Si estudiamos la historia, las fórmulas aplicadas por cualquier gobierno de un
estado liberal-burgués para solucionar el problema de la vivienda nunca han
sido efectivas, al menos no para la clase obrera. No han sido pocas las
experiencias en las que la solución ha sido demoler barrios enteros para
construir museos y grandes avenidas en su lugar, sin importar que al lado un
nuevo barrio nazca de la mano de los desplazados, fuera de la vista de los
turistas; este fue el caso de Londres, Nueva York, y Paris durante la revolución industrial; y también es el caso de las favelas coloridas
de Sao Paulo durante su propia revolución industrial a mediados del siglo
pasado. Y la razón de ello es que tan necesaria solución es inherente a la
lucha última del proletariado: la abolición de la propiedad privada de los
medios de producción. Porque en un mundo donde los medios de producción son
privados, no se hace lo justo y necesario, sino lo que brinde más rentabilidad
y la industria de la construcción no escapa de esa realidad. Las viviendas de
la ciudad solo se construyen para quien las pueda pagar y no necesariamente
para quien las necesita; debido a que, como todo en el modo de producción
capitalista, las viviendas también son una mercancía, y mientras mejor sea el
hábitat donde se construyen, mayor el precio.
¿Revolucionariamente, qué alternativa tenemos?
En abril del 2011, el Gobierno
Bolivariano creó la Gran Misión Vivienda Venezuela con el objetivo de dar
solución a este problema que ha azotado a los más pobres en el transcurso de la
historia nacional, con ese fin, se decretó la creación del Órgano Superior del
Sistema Nacional de Vivienda y Hábitat, integrado por los ministerios en
materia de vivienda y hábitat, transporte terrestre, industrias básicas,
ciencia y tecnología, defensa, y comunas; además se creó el cargo de Ministro
de Estado para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas; y se
promulgaron leyes que regulan un nuevo régimen de propiedad de las viviendas
por construir, formas de acceder a terrenos aptos para la construcción de
viviendas por parte del Estado, y un sistema que pretende desburocratizar las
obras publicas. Además, el Gobierno ha comprado la industria del cemento y la
siderúrgica, rubros fundamentales en la construcción, también ha decretado la
creación de la Empresa Nacional de Obras Públicas, que estará a las órdenes del
Órgano Superior del Sistema Nacional de Vivienda y Hábitat.
Por todo lo anterior, podemos
observar que se están dando importantes pasos para dar con una solución. Sin
embargo, debemos profundizar en las causas, ejecución y consecuencias de este
nuevo plan, y al mismo tiempo preguntarnos si de verdad tales políticas
públicas se encuentran orientadas a dar respuesta al fondo del problema.
En ese sentido, es plausible la intención de impulsar una empresa estatal de construcción, como lo es la Empresa
Nacional de Obras Públicas, sin embargo, observamos en la práctica que luego de
más de dos años, esta empresa se ha quedado en la Gaceta Oficial donde fue decretada.
Para que esta gran iniciativa
sea viable, es necesario hacer de su propiedad toda la maquinaria, tecnología e
infraestructura existente en el país, así como todos los terrenos aptos; con el
objeto de construir ciudades que permitan consolidar un hábitat digno para los
trabajadores y trabajadoras que así lo requieran, creando además fuentes de
trabajo formal y socialmente productivo en ramas industriales y
agroindustriales, y de esa forma, solucionar el problema de la vivienda, y
contribuir con la erradicación de la miseria, el rentismo, el centralismo, el desempleo y
el empleo precario.
Es importante destacar que la
clase obrera en Venezuela no sólo carece de viviendas, tampoco cuenta con sitios
de trabajo socialmente productivo que posibiliten el
desarrollo de sus potencialidades técnicas y organizativas. Entonces, la
creación de ciudades planificadas y productivas representa una solución integral,
dialéctica y revolucionaria al problema de la vivienda en su más amplio
concepto: el hábitat.
Con esto claro, es más fácil
comprender que no es posible solucionar el problema de la vivienda de la forma como
lo ha venido intentando, hasta el momento, el Gobierno Bolivariano, esto es:
pagando, al precio especulativo del mercado inmobiliario, a constructoras
privadas nacionales e internacionales para construir viviendas con
débil acceso a los servicios públicos (debido a los ahorros de costos
necesarios para maximizar el lucro por parte de las constructoras), sin
equipamiento urbano ni centros de trabajo masivo industrial que funcionen para
alimentar la capacidad productiva de la sociedad y generar fuentes de trabajo formal.
Hasta los momentos, lejos de
planificar y construir ciudades productivas en el interior del país, la Gran
Misión Vivienda Venezuela se ha limitado a construir en las urbes más
pobladas, acrecentando aún más la saturación y el deterioro de los servicios públicos, dejando de lado el problema estructural para solucionar el
problema coyuntural. Un triste ejemplo de esto es Caracas, en donde, según declaraciones del Ministro de Estado para la
Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas, Francisco Sesto, se han
construido siete mil doscientas veintidós (7.222) viviendas; y están en proceso
de construcción cincuenta y cuatro mil ochocientas cuarenta y un (54.841)
viviendas más. Esto en una ciudad de solo 433 kilómetros cuadrados que tiene,
según el Instituto Nacional de Estadística, 1.943.901 habitantes para una
densidad poblacional de 4.489,4 habitantes por kilómetro cuadrado, frente al
22,5 habitantes por kilómetro cuadrado del país entero; contando solamente el
Distrito Capital, es decir, sin contar el área metropolitana de la Gran Caracas
y su periferia que incluye el estado Vargas y 15 de los 21 municipios del
estado Miranda.
En el gráfico 1 podemos
apreciar la distribución territorial entre Caracas y los estados más poblados
de la región cercana con relación al resto del país. Fuente: Instituto Nacional
de Estadística.
Gráfico 1:
Y en el gráfico 2, la
distribución poblacional de los mismos estados con el resto del país. Fuente:
Instituto Nacional de Estadística.
Gráfico 2:
La realidad venezolana, es que el
32% de la población vive en estos estados que ocupan solo el 2% del territorio
nacional. Y sumando a esta ecuación el resto de los estados de la región
costa-montaña, en Venezuela el 71% de la población vive en el 20% del
territorio.
Al igual que sucede en la
mayoría de las ciudades no planificadas de Latinoamérica, Caracas presenta un
deterioro importante en los servicios públicos, que se agudiza día a día con
la construcción sostenida de viviendas, y su desproporción con la inversión en
los servicios públicos. Por ejemplo: para el año 2011, se registraron 462.649
vehículos, lo que colapsa el sistema de vías públicas en las horas críticas de
entrada y salida de los lugares de trabajo, por la saturación de las autopistas
y calles principales.
Otro de los problemas de esta
capital es su ausencia de industrias, para el 2011, Caracas contaba con un
índice de desempleo de 6,9% y un empleo informal de 27,2%, para un total de 335.773
caraqueños en esta situación de inestabilidad laboral.
En el gráfico 3 se aprecia la
distribución de la población activa, empleo formal, informal y desempleo en
Caracas. Fuente: Instituto Nacional de Estadística.
Gráfico 3:
El 32% de los habitantes de
Caracas, se encuentran en este momento combatiendo la precariedad, y
constituyen la reserva de fuerza de trabajo para la explotación de la ciudad y
lógicamente, sumar desempleados a Caracas no puede ayudar en nada. Es
matemática simple, si le agregamos más viviendas a una ciudad en esta
situación, los servicios públicos colapsaran aún más y habrá más desempleo,
empleo precario, y criminalidad. Y hasta la fecha, la Gran Misión Vivienda Venezuela, no solo ha operado de esa forma en Caracas, sino en
toda la región costa-montaña, que se encuentra en igual o incluso peor situación
que la capital.
Por todo lo anterior, desearía
que la filosofía del Ministro de Estado para la Transformación Revolucionaria
de la Gran Caracas fuese replantear el urbanismo de la capital y no amontonar
una Caracas encima de la que ya está. Definitivamente, en Caracas no cabe otra
Caracas.
Fuentes
- Ley
de Régimen de Propiedad de las Viviendas de la Gran Misión Vivienda
Venezuela.
- Ley
de Emergencia para Terrenos Urbanos y Vivienda.
- Decreto
8120. Se crea el Órgano Superior del
Sistema Nacional de Vivienda y Hábitat, conformado por 10 ministerios y el
Presidente de la República.
- Decreto
8430. Se autoriza al Órgano Superior
del Sistema Nacional de Vivienda y Hábitat la creación de la Empresa
Nacional de Obras Públicas.
- Friedrich
Engels. Contribución al Problema de
la Vivienda; La Situación de la
Clase Obrera en Inglaterra, y El Origen de la Familia, la Propiedad
Privada y el Estado.
- David
Harvey. Urbanismo y Desigualdad
Social, y El Derecho a la Ciudad.
- Instituto Nacional de Estadísticas. http://www.ine.gov.ve/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario